sábado, 23 de abril de 2011

Destinamos energía y no fue en vano

Días pasados fui invitado por el centro de estudiantes de la Universidad de San Andrés a brindar una conferencia sobre la problemática de los indocumentados argentinos, sus implicancias sociales y los motivos históricos antropológicos que lo permitieron.

La misma fue una iniciativa de mi amigo Mario Posse, quién tuvo la idea de promover este intercambio con el objetivo de sensibilizar a los estudiantes en una problemática para ellos desconocida.
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En el último tiempo destinamos mucha energía para instalar el drama de los argentinos NN.

Si bien no hay cifras oficiales sobre la cantidad de argentinos que carecen de DNI, nosotros estimamos que menos de medio millòn de personas se encuentran en esta situación y el grueso de esta población son jóvenes adolescentes.

Hasta no hace mucho años los indocumentados eran producto de la pobreza estructural en la vida rural y su explicación estaba asociada a la lejanía de los ámbitos estatales encargados de la inscripción de los recién nacidos, en general en partos producidos en hogares particulares.

En los últimos treinta años, debido a la expulsión del mercado laboral de millones de personas, el fenomeno de los indocumentados se transformó en una problemática propia de los grandes centros urbanos asociados a la pobreza estructural que comienza a desarrollarse en las periferias de las ciudades.

Como en todos los ordenes lo prático se impone sobre lo complejo y así como no todos los Argentinos tramitan su pasaporte y lo hacen solo cuando lo necesitan, las personas que viven en la pobreza estructural van a intentar inscribir a sus hijos solo cuando lo requieren en la escuela o en el centro de salud o al solicitar un plan social. Y como entonces la legislación obliga a un tramite un poco más complejo, los niños van a quedar indocumentados ya que sus padres desisten de intentarlo por lo engorroso que les significa.

A partir del trabajo que hemos llevado a cabo denunciando esta problemática obligamos a las autoridades del Gobierno nacional a dar una respuesta de la que surgió el decreto 90/09 que permitió la inscripción con dos testigos, en forma administrativa, a los niños y niñas de hasta 12 años en los registros civiles.
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Esta herramienta ha servido para lograr una gran cantidad de inscripciones y merece el reconocimiento. Pero queda claro que si año tras año se viene renovando este decreto es que no existe una buena política en la materia y sigue sin resolver el problema estructural que padecen los mayores de 12 años que deben seguir iniciando juicios de inscripción que duran años y donde se aloja la mayor cantidad de personas indocumentadas en nuestro país.

Proponemos reflexionar sobre el debate de los derechos humanos que se da hoy en la Argentina, hay 400.000 argentinos que no tienen DNI y no acceden al derecho básico de la identidad, esto sucede porque aún los indocumentados no forman parte de la agenda política en nuestro país.

Por eso, nosotros no vamos a cesar en nuestra lucha a pesar de los errores que podamos haber cometido en todo este tiempo. Tenemos mucho por hacer. Seguimos.

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