domingo, 10 de abril de 2011

Lo que se hace versus lo que se dice

Nuestra generación, a diferencia de otras como pudo haber sido el contexto de los jovenes nacidos a mitad del siglo pasado, llego a la política más por iniciativa propia que por pertenencia epocal.

Algunos heredaron la pasión por la política de las tradiciones familiares, otros por inquietud existencial, algunos por situaciones especiales y otros, como en mi caso, desde la música.

En cualquier caso, nuestra generación discutío la relación con lo de todos y lo propio sin el peso de las libertades cercenadas. Nunca podremos dimensionar el mundo de la opresión en el cual vivieron aquellas generaciones que nos precedieron, no solo referido a la ausencia de libertades colectivas, sino especialmente la opresión en el hogar, en la intimidad, en la sexualidad que aún hoy con bronca muestran cuando expresan sus temores y su visión del mundo quiénes fueron formados en aquella época. Nosotros discutímos sobre el mundo y comprendimos la diversidad en la existencia de los distintos, por eso nunca juzgamos por cuestiones sexuales, color de piel o nacionalidad a las personas.

Por decantación nunca podíamos abrazar las ideas nacionalistas o sentirnos parte del excepcionalismo Argentino, que tanto gusta a los exégetas del pensamiento arcaico dominante en estos tiempos. (ver más)

Para nosotros la política es una de las formas de expresión de la cultura, refleja un modo de pensar y actuar del ser humano y conforma parte de lo que llamamos filosofía de vida. Nuestra filosofía nos aleja de aquellos que se llenan la boca diciendo que se interesan por los demás, pero en sus vidas privadas siempre priman por su beneficio por sobre el del resto.

Usan su dinero para encerrarse y no tomar contacto con el resto de los mortales, pregonan un discurso correcto en defensa de la educación y la salud pública, pero mandan sus hijos a una escuela privada o pagan fortunas en prepagas, acumulan fortunas incalculables y se rasgan las vestiduras en nombre de los pobres demostrando lo poco que le interesan las otras personas.

Por eso nosotros cuestionamos a lo que se hace y no a lo que se dice, sabiendo que es allí donde esta nuestro verdadero límite ético y no con quiénes nos juntamos. Seguimos

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