lunes, 21 de marzo de 2011

El todo y no la parte

Días pasados tuve oportunidad de participar como disertante en una jornada organizada por la Asamblea Popular de Torcuato, la CTA Tigre y el iadepp con el objetivo de debatir la baja de la edad de imputabilidad penal para menores de 18 años.

Fue un encuentro más que rico en materia de intermcambio de ideas y del cual participaron diferentes organizaciones sociales, así como referentes de la comunidad prestigiosos y comprometidos con las causas populares, como es el caso de Sabina Sotelo quién brindó su testimonio a modo de ejemplo de lo poco o nada que hace el estado para sacar a los jovenes de la droga y el delito.
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En mi caso, pude recordar como en general las sociedades todas buscan un chivo expiatorio al cual responsabilizar por los males estructurales siempre en un actor débil o con nula capacidad de hacerse escuchar.

Testimonio de ello es la responsabilidad que se le asigna a los inmigrantes en epocas de desempleo, La culpa de la falta de trabajo no es otra que de los que "vienen de afuera" que le sacan las fuentes laborales a los locales.

Eso sucede en nuestro país, pero también en Europa, EEUU o donde existan migrantes. Con el delito sucede exactamente lo mismo, la culpa será en este caso de los jóvenes y en particular, los jóvenes pobres.

La aparición de un caso de delito que tenga a un menor de edad como responsable alimenta el mito popular y los pedidos de baja en la edad de imputabilidad, siempre el hilo se corta por lo más delgado.

Ahora bien, es preciso obervar el todo por sobre la parte para poder comprender el funcionamiento de la estructura económica de nuestra sociedad con el objetivo de entender el verdadero origen del problema denominada inseguridad.
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La inseguridad es un producto derivado de la economía del delito, dicho de otro modo una estructura de economía de mercado paralela, basada en la informalidad y precariedad de nuestra sociedad.
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A mayor demanda de un bien en la economía formal, mayor es la demanda de ese bien en la economía informal. Por ende, los autos se roban porque las partes desguadas se venden en un mercado paralelo todos los días con la complicidad de una larga cadena de actores sociales y económicos.

En todo ello, ¿que papel juegan los pibes? Son miembros de una larga cadena y la parte más delgada. Sin proyectos para sus vidas y sin posibilidades de satisfacer sus necesidades básicas son mano de obra barata para una estructura que tiene como responsables principales a los que gobiernan los distritos donde existen desarmaderos de autos y luego a los que devuelven al mercado las partes desguasadas.

Pero los ojos interesados de quiénes buscan un responsable, sacan el foco de atención de las causas y nos conducen constantemente a las consecuencias. Y así como un perro que busca morderse la cola engrosamos las listas de presos, de muertes en intentos de robos, etc mientras el debate se evapora entre garantismo y mano dura.

Una sociedad sin economía paralela, sin economía informal es el mejor antídoto para enfrentar el delito ya que este no tendría sustentabilidad al no poder reingresar al mercado los productos robados.

Nosotros optamos siempre por defender a los más débiles, en este caso mostrando como opera la economía del delito y no para exculpar a nadie, sino para buscar en el todo a los verdaderos responsables que la ley no juzga ni persigue cuando se detiene en la parte.

En eso estamos.

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