jueves, 7 de febrero de 2013

Chicos sin documentos, la otra exclusión.


Hay una Argentina que no ha sido beneficiaria de las políticas de inclusión y sigue siendo invisible.
Es la Argentina integrada por 168 mil niños argentinos indocumentados que han sido cuantificados en el informe “Indocumentados, la cara invisible de la pobreza” realizado en forma conjunta entre el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina y Instituto Abierto para el Desarrollo Social (IADEPP).
Indocumentados son aquellas personas que no fueron inscriptas por sus padres al nacer. Por ende carecen de una partida de nacimiento y de un número de DNI.
Por decirlo con toda claridad, son invisibles a las estadísticas o los censos que realiza el Estado. Excluidos, dentro de los excluidos.
Estructuralmente se trata de familias sin ingreso estable, con condiciones de precariedad habitacional, con mayor propensión en hogares monoparentales a cargo de mujeres, así como hogares con gran cantidad de niños y familias extendidas. Para dimensionar y cuantificar la magnitud de esta problemática deberíamos sumar a la población de las ciudades bonaerenses del Partido de la Costa y Olavarría.
“Indocumentados, la cara invisible de la pobreza” es el primer informe estadístico que se hace en nuestro país sobre la situación de las personas indocumentadas (hasta aquí sólo existían presunciones o cálculos de algunas ONG´s especializadas), que permite conocer con detalles la impericia de las políticas sociales para erradicar las situaciones de exclusión estructural.
Desde el año 2009 el Estado Nacional, por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia, facilita la inscripción de niños indocumentados en los registros civiles con la constancia de parto y dos testigos que acrediten su identidad. Este trámite, sumado a la Asignación Universal por Hijo y la digitalización documentaria para los recién nacidos, nos llevaría a pensar en la erradicación de este flagelo.
Sin embargo, nada de eso ha sucedido, ya que la investigación a la que hacemos referencia demuestra que el porcentaje de niños indocumentados menores de cuatro años duplica a la media existente en otras franjas etarias.
Frente a la verborragia inclusiva que afecta a los voceros oficiales y el apabullante silencio de quienes aspiran a reemplazarlos, existe un contingente de NN que nadie contempla, mientras sus vidas transcurren fuera del acceso a derechos esenciales, como es elderecho a la identidad.
Se trata de una deuda social de la cual nadie puede desentenderse y que amerita ser reconocida como una clara violación a los derechos humanos mientras cumplimos treinta años de democracia estable.
Publicado en Clarín (ver aquí)

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