Durante estos años que transcurrieron desde entonces, nuestra sociedad ha experimentado cambios drásticos que alteraron, incluso, sus instituciones más básicas. Al interior de la familia, que entonces se caracterizaba por la verticalidad y los mandatos incuestionables, se dan hoy relaciones más horizontales y democráticas.
Los jóvenes de hoy dialogan con sus padres sobre temas que sus padres no compartían con los suyos. Las adolescentes encuentran en su madre a una persona con quien hablar, hasta inclusive con quien competir, y ya no a alguien que clausura o censura sus deseos. Los hijos ya no tienen que agachar la cabeza cuando hablan frente a su padre.
La influencia del rock y de los movimientos políticos pacifistas tiene mucho más que ver con estos cambios que la actividad de las organizaciones armadas. Las diferentes tendencias juveniles del rock, han valorado la vida por sobre la muerte, el respeto por sobre la intolerancia.
Una sociedad que acepta lo diferente, que empieza a comprender la diversidad sexual, que se permite el disfrute sexual, le debe más a los Beatles que al Che Guevara, sin duda alguna.
Pero, ¿alcanza con esto? Claro que no. Hoy nos enfrentamos a sociedades terriblemente desiguales ¿Por dónde empezar entonces, para discernir el modo en que continua hoy la lucha política de los jóvenes? En primer lugar, es preciso comprender a los más jóvenes, aprender de ellos.
En las sociedades primitivas, el saber estaba en manos de los ancianos. La vida era previsible y aquél que había vivido más años y disponía de una mayor experiencia podía enseñar e indicar el camino a seguir. Hoy esto cambió. La información, el acceso a nuevas tecnologías y en particular, la capacidad de comprender e incorporar lo nuevo, está en manos de los más pequeños.
Un claro ejemplo de esto, se hace visible en la relación cotidiana del joven con el docente, especialmente, en relación a la utilización tecnologías de información y comunicación. Hoy es el alumno quien puede enseñarle a su docente cómo usar una computadora, un celular o cualquier artefacto de tecnología digital.
Se revierte una relación de poder y saber, que nos avisa, con antelación, como algunas instituciones empiezan a resquebrajarse. Al parecer, para muchos jóvenes la escuela deja de ser el ámbito exclusivo del saber.
¿Los partidos políticos comprenden el sentido de este cambio? ¿Cuáles son las búsquedas de los jóvenes? ¿Es responsabilidad de los jóvenes no usar la mediación de los partidos políticos para hacer valer sus reclamos y poner en juego sus intereses? ¿Qué ofrecen los partidos políticos hoy a los jóvenes?
Estos interrogantes merecen una reflexión más amplia, pero no por ello debemos dejar de señalar la influencia que ejercen estos cambios de la vida cotidiana, sobre los procesos políticos, así como la tuvo el rock en las transformaciones políticas del pasado.
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