En una nota que me realiza el semanario Prensa Libre tratamos de hacer visible la realidad de la población carcelaria de la Provincia de Buenos Aires que está compuesta en su gran mayoría por jóvenes que no pasan de los 27 años y son hijos de la pobreza.
La nota refleja el taller que hace unos días brindamos sobre la Constitución Nacional y la división de los poderes del Estado. Cada día se fortalece la idea de elaborar un sistema integral de seguridad que presuponga que el combate contra la inseguridad no pasa por aumentar la represión sino por un enfoque integral que debe comenzar en las escuelas, seguir con el entorno familiar de las personas que entran a las carceles y finalmente con los ya presos “trabajar sobre el día después: el día de la libertad”.
El problema comienza en la población escolar, hay una cantidad de niños que están dentro del sistema educativo y en los primeros años se ve el nivel de violencia en el que viven. Allí debe estar la primer contención, ese niño en general termina siendo expulsado del sistema escolar. Ya en la calle forma parte del ejercito de reserva del delito
El otro eje a tener en cuenta es el entorno de la persona que pierde su libertad, ya que allí comienza a funcionar la red de la economía del delito. Un pibe de 18 años va preso por primera vez por un robo menor: Le dan seis o siete años. Es un costo para la familia. La mamá nunca deja de ir a verlo, llevarle comida, cigarrillos. Esa mamá termina aceptando que otro hermano traiga un dinero extra, la primera vez le recrimina, le pega un cachetazo, pero después sabe que lo necesita.
Allí comienza el “circuito vicioso del delito” en el que están involucrados el sistema carcelario, los agentes penitenciarios y abogados inescrupulosos donde vemos familias que se desintegran para poder ayudar a sus hijos detenidos. Roba, va a juicio, lo meten preso. Pasa un tiempo y siempre aparece un abogado que le dice a la mamá que si le consigue “x dinero” para Navidad se lo "saca”.
El desafío es conformar un relato político que los incluya, que los interpele, que los movilice y los tenga de protagonista. Estamos ante personas que se imaginan que su único destino es estar presos y hay que cortar con el espiral de desigualdad.
Nosotros tenemos algo para hacer, en eso estamos
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