jueves, 16 de agosto de 2012

El futuro que estamos construyendo


Distintas estimaciones de especialistas en demografía, y organismos internacionales, señalan que en los próximos años Argentina llegará a los 50 millones de habitantes con una tendencia al envejecimiento poblacional donde la cantidad de adultos será similar a la cantidad de nacimientos.

Vivimos una coyuntura política absorbida por la falta de debate sobre el futuro, por ello creemos que aflora un escenario de posibilidades asociadas con la planificación territorial y el crecimiento poblacional.

El nuestro es un país desbalanceado donde tres de cada diez personas residen en menos del 1% de territorio nacional, donde se afincan el poder político administrativo, la mayor cantidad de oferta de salud pública y privada, las grandes cadenas comerciales y los contrastes sociales más violentos.

La cabeza de Goliat cumple su profecía maldita, el centro absorbe a la periferia, la metrópoli brinda posibilidades que no son posibles en sus márgenes. Allí van los trabajadores de baja calificación que emigran en búsqueda de trabajo a la par de miles de jóvenes que abandonan las pequeñas ciudades para continuar sus estudios en las grandes, al concluir sus carreras solo una parte vuelve.

La vivienda mejor que nadie expresa esta desigualdad, ya que la inversión sojera fue en su mayoría destinada a la construcción para aquellos sectores acomodados que cuentan con la demanda satisfecha y compran "ladrillos" como forma de inversión segura, mientras el acceso a la vivienda propia y digna para los sectores medios y bajos se hace imposible.

La fotografía e
xpresada en el informe de la organización social Techo, presentado en la jornada "#50M pensar y actuar la Argentina de los 50 Millones de Ciudadano" muestra que cerca del 5% de la población de nuestro país vive en urbanizaciones precarias afincadas en la periferia de la metrópoli.
  
La ausencia de pensamiento estratégico no permite solucionar el problema habitacional, ya que a los sectores de menos recursos les cuesta acceder a los créditos bancarios por falta de crédito a largo plazo para acceder a una vivienda propia y digna, aumentando así el proceso de concentración de oportunidades.

Sumado a una vorágine política viciada por acciones reactivas donde nadie le reconoce al otro sus virtudes, comienza a instalarse una tendencia eterna a la facción, donde el interés mezquino de los aparatos electorales termina imponiendo una cultura del cortoplacismo que impiden la planificación estratégica.

Ninguna obra se hará si no sabemos quién es el que puede beneficiarse electoralmente cuando se inaugure, nadie lo dice, pero todos lo saben.

Es un despropósito que no podemos permitirnos como sociedad, el mundo que viviremos en los próximos años parece dominado de oportunidades para nuestro país.

El conocimiento infinito hace que cualquier dispositivo quede obsoleto en poco tiempo, por ende aquellos que elaboren productos de larga duración tenderán a ser reemplazados por los que brinden productos de rápida absorción. 

Se modifica una característica estructural del siglo XX, donde los países centrales ofrecían industria cara a los países periféricos a los cuales les compraban productos primarios a precios baratos ya que la industria pesada, y los países productores de ella, eran el eje de la economía mundial. Hoy India y China venden industria barata y compran productos primarios caros

Esta tendencia se mantendrá por la decisión de estos países de migrar diariamente millones de personas del campo a la ciudad demandando cada vez más alimentos elaborados, tecnologías, cemento, revalorizando así la materia prima y sus derivados. 

La explotación de energía exige conocimiento para su aprovechamiento quién tenga el conocimiento apropiado puede producir energía, perdiéndose así el valor estratégico de la geopolítica que caracterizo el siglo XX. Un nuevo comoditie asociado al conocimiento. 

Como sociedad tenemos posibilidades, necesitamos apostar al largo plazo, abandonar la política reactiva y conformar un programa con optimismo para planificar la Argentina de los 50 millones de ciudadanos en el marco de una fuerte descentralización del país promoviendo cien ciudades de más de doscientos mil habitantes cada una de ellas.

Pero ese es otro cantar, del cual seguiremos dando pistas en el colectivo social denominado #50M. Recién comenzamos, tenemos un largo camino. Vamos a lograrlo.



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