lunes, 19 de noviembre de 2012

Daniel Melero: el líder del siglo XXI

Daniel Melero es un hombre sin nación, es universal, músico, poeta, pensador y líder político sin saberlo. Su obra trasciende a un género como el rock y su impacto no conoce los límites propios de un artista. Quienes lo critican señalan que las mayorías lo desconocen, pero seguro los generadores de tendencias escuchan su voz con suma atención.

Nacido y criado en el barrio de Flores, es por sobre todas las cosas un autodidacta, una alma inquieta decidida a moldear su propio camino sin necesidad de asumir la urgencia ajena.

Su obra no es la obra de un músico, es el fruto de la producción de un pensador con capacidad de manejar instrumentos musicales. Su preocupación por la ciencia trasciende el conocimiento informativo: es una mente con noción ética que percibe el destino irremediable al cual se enfrenta la humanidad en el lento proceso de des humanización e hibridación.

Máquinas que hacen música, hormonas reproducidas artificialmente, gametos manipulados, son el anticipo de una naturaleza cada día menos natural de la cual Melero transforma a veces en canciones, a veces en performances y siempre en interrogantes.

Un claro ejemplo de ello es su irrupción en el recital de BARock 82 donde recibió kilos de frutas y verduras por utilizar una caja electrónica como instrumento musical. A la fecha sigue sin comprenderse la profundidad de aquel planteo: la humanidad cede espacio al robot que creó para facilitar sus condiciones de vida en un lento proceso de hibridación donde lo natural cede terreno inexorable a lo tecnológico sin saber aún el producto final al cual asistiremos.

Su costado político es el menos reconocido. Ciudadano activo, Melero fija posición ante la injusticia, con la profusión de quien sabe de qué va la lucha por el poder. El individuo es libre de las instituciones, pero es libre realmente cuando lo es de sí mismo.
Y allí está este profeta de la liberación del individuo contra toda forma de opresión, en especial la opresión del miedo al cambio. En su lucha contra el conservadurismo entronizó al rock no como un sonido, sino como una actitud.
Su trayectoria artística lo encontró a disgusto con el éxito masivo. No por nada después de dos grandes y masivos trabajos junto a Soda Stereo (“Canción animal” y “Dynamo”) y el disco “Colores santos” en colaboración con su líder, Gustavo Cerati, la mejor ocurrencia que tuvo Melero fue publicar unos años después “Operación escuchar”, un álbum hecho solo de un sonido.

 El rock ha sido para él un conducto con el cual vincularse con otros discursos, diferentes campos del conocimiento en los cuales su obra interactúa, y de allí su programa mientras conversa sobre la tecnocracia, la clonación, Internet, la física cuántica o la filosofía amorosa.

Un poco científico, un poco músico y un poco coolhunter, Melero presume la virtud de encontrar oro donde otros hallan basura.


El poeta y periodista Gustavo Álvarez Núñez, quien fuera director de la revista Los Inrockuptibles durante sus años iniciales, supo plasmar horas y meses de conversaciones en el libro “Ahora, Antes y Después.

De esos diálogos surge la antelación con la cual Melero comprende el futuro que hoy es presente, cobrando forma el líder del siglo XXI del cual carecemos en nuestro país por la tendencia absurda de condenar a la actividad política a vivir refugiada en el pasado.

Melero es un líder de esta época, abierto, sensible y perceptivo de los cambios, con la mirada puesta en el conocimiento infinito y al cual sólo destinamos admiración.

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